Liceo República de Brasil
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Construyendo humanidad para un mundo en constante cambio |
Desde 1939 al servicio de la Educación Pública |
De la música y el baile Todos hemos experimentado la gran influencia que tiene la música en nuestras emociones, como por ejemplo, cuando vemos una película de terror o incluso de suspense. Por poco que nos fijemos, anticipamos la peligrosidad de una acción por la melodía que comienza a sonar segundos antes de que la protagonista vaya a llevarse un susto enorme. La emoción de angustia que sentimos es debida a la respuesta que da nuestra amígdala cerebral ante el estímulo sonoro que ha percibido. Otro tipo de melodías, sin embargo, nos relajan, facilitan que nos concentremos en la tarea que estamos realizando mientras la escuchamos, y otras favorecen la comunicación. Todos esos cambios en nuestras emociones y capacidades cognitivas son consecuencia del efecto que tiene la música sobre nuestro hipotálamo, activa los centros de placer de nuestro cerebro. Se considera la música como una de las principales fuentes de placer del ser humano desde el principio de los tiempos. En múltiples excavaciones arqueológicas se han hallado objetos rudimentarios que eran utilizados para generarla y se nos explica que lo que se puede considerar como los primeros instrumentos musicales, se utilizaran de manera rudimentaria simplemente golpeándolos unos contra otros al ritmo que les pareciera agradable o adecuado para acompañar la ceremonia en la cual se utilizasen. Si repasamos la Historia se puede comprobar cómo todas las civilizaciones le han dado una importancia sobresaliente a la música en sus respectivas culturas, adjudicándole propiedades añadidas a las de producir placer y entretener. 1.500 años antes de Cristo, algunos papiros médicos hacían referencia al poder que tenía la música sobre ciertas dolencias, y en concreto se utilizaba para favorecer la fertilidad en las mujeres, e incluso la Biblia hace referencia acerca de cómo David la utilizaba con intencionalidad curativa frente al rey Saúl. En una descripción muy básica sobre los elementos que conforman la música, podemos enumerar dichos componentes como el ritmo, la melodía y la armonía. Cada uno de ellos tiene un efecto diferente sobre las personas. El ritmo es la parte dinámica y repetitiva de la música. Su velocidad o tempo va directamente a ser captado por nuestro hemisferio cerebral izquierdo y nos activa o relaja según sus características. El ritmo nos empuja a movernos y dirige nuestros movimientos en el baile. La melodía es la que tiene un mayor componente cultural y está estrechamente ligada al concepto de lenguaje hablado, y de hecho es una secuencia de frases musicales. De esta manera una melodía, para ser reconocida como sí, se estructura en torno al concepto de frases, de forma semejante a la estructuración del discurso hablado. La melodía es analizada por la corteza auditiva que la intenta ordenar y trata habitualmente de memorizar la información que le es transmitida. La armonía cumple la función de acompañamiento, armazón y base de las melodías y es la que, incluso para los no profesionales, nos permite decir si nos resulta agradable o no, y ajustada a determinada circunstancia o situación. La música es energía que se transmite por ondas sonoras y como tal nos activa y moviliza nuestra propia energía, de ahí que las respuestas ante el mismo estímulo sonoro sean individuales. La música tiene la capacidad de hacernos evocar recuerdos y emociones, provocar, fortalecer nuestra autoestima, ayudarnos a elaborar pautas de conducta que faciliten la integración social, liberar energía reprimida y alcanzar el equilibrio personal a través de su ritmo. Pero la cualidad que más valoro de ella es que es facilitadora de la comunicación interpersonal. El baile es el movimiento corporal coordinado y pretendidamente armónico que realizamos mientras seguimos el ritmo y la melodía de la música. La conducta de bailar nace de forma paralela a la creación de sonidos rítmicos, es decir, desde el nacimiento de la humanidad. Al baile se le han asignado múltiples significados y poderes en función de la ceremonia en la cual se realice. Está impregnado de cultura y, por supuesto, es otra forma de expresión tanto de sentimientos como de intenciones. En sí mismo, es liberador tanto a nivel físico como psíquico, de ahí que también sea una actividad que se recomiende a todas las edades y para diversos estados de ánimo, ya que sus beneficios alcanzan a todos los que lo practican. Cuando se domina, el baile se convierte en una forma de expresión creativa que potencia la espontaneidad que todos llevamos dentro y esa característica es, por sí misma, equilibradora de la personalidad. Físicamente, bailar es un ejercicio aeróbico que libera endorfinas, neurotransmisores producidos por nuestro cerebro que ayudan a mantener el equilibrio hormonal y generar sensación de bienestar. Desde el punto de vista emocional y cognitivo, bailar ayuda a desconectarse de los problemas y preocupaciones, sobre todo, cuando se está aprendiendo, ya que la concentración que se necesita para aprender a coordinar todas las partes del cuerpo bloquea los pensamientos invasivos negativos. Por lo tanto, tanto la música como el baile no pueden tener más que beneficios para las personas. |
El silencio de Dios Pablo Ortuzar Chile vivirá este mes un largo sábado santo. El gran silencio de Dios. El descenso a los infiernos. Un tiempo gobernado por la muerte. Y no saldremos de ella -sin importar cuántos huevitos de chocolate comamos mañana- a menos que hagamos el esfuerzo de conectar de nuevo con lo real. Con la cruz real. Con el dolor inmenso de un cuerpo humano clavado a un poste y torturado. Con la boca que pregunta “Dios mío, Dios mío ¿por qué me has abandonado?”. Con el equipo médico que llora en los baños de la UCI luego de que un paciente les pida el teléfono para hablar con sus seres queridos antes de ser intubado. Con los miles de chilenos que perderán su vida en los próximos días ahogados, confundidos, asustados y solos. Lejos de todo y todos. Preguntándose, en sus últimos jadeos, por qué, por qué. Para volver a la realidad tenemos que lograr distinguirla de la virtualidad. Eso es lo que nos suplica el doctor Glenn Hernández en su fulminante entrevista de esta semana en The Clinic. Salir de la simulación que nos deshumaniza. ¿Pero cómo se hace eso? Jean Baudrillard, el gran pensador del fin de lo real, no tiene una respuesta clara para nosotros, aunque haya señalado con habilidad los caminos sin salida (buen momento para leer “Olvidar a Foucault”). Pero Jesús el Cristo sí muestra un camino. El contenido de la simulación somos nosotros mismos. Es el mundo reflejado por la vanidad de cada uno. Es el deseo de dominación, hoy convertido, tal como han dejado en claro muchas campañas constituyentes, en deseo de figuración. Lo que las redes sociales nos venden, y luego los medios de comunicación reproducen y amplifican, es la perversión del anhelo de ser amados. La falsa promesa de un amor sin reciprocidad, tiempo ni erotismo. Es decir, de un amor sin apertura al otro, donde el otro es reducido a cosa o instrumento. La fantasía del universo propio. La revelación cristiana es justamente un hacer visible la dignidad irreductible del otro y la imposibilidad de ser amados sin amar (y, por tanto, sin arriesgarlo todo). Escándalo de escándalos. Terremoto que derrumba Imperios. La jugada final de la simulación para pervertir la revelación es el rentismo victimista. La búsqueda de figuración en nombre de las víctimas. Un sucedáneo de entrega al otro que camufla la capitalización de su sufrimiento. El buenismo, ave de rapiña vestida de ángel tuitero. Para romper la irrealidad y llegar al sufrimiento real y concreto de quienes sufren, debemos hacer a un lado la trampa buenista. Saber que no somos María llorando al pie de la cruz. Ni siquiera apóstoles asustados. Somos peores que soldados romanos: despreciamos al débil, no de frente, sino simulando amarlo. Algo que hasta al soldado romano más vulgar le habría repugnado. Para sanarnos debemos dejar de mentirnos y de mentir. Dejar de echarle mañosamente la culpa al gobierno o al adversario político por todo. Dejar de escondernos detrás de “la pobre gente” para incumplir las reglas básicas de autocuidado. Dejar de apelar, en la idiota fila para comprar pescado, a quienes no tienen comida. A la realidad sólo podremos volver abandonándonos. A través de la pandemia, a través de la constituyente, sólo podremos avanzar de rodillas. La Tercera; abril 3 de 2021 |
La herencia de mayo de 1968: La mística revolucionaria dió paso al reformismo democrático. Ahora se trata de mejorar la democracia, pero mejorarla de forma radical, contestataria. La contestación política ya no está en la lucha armada: hay que encontrarla en la democracia. Cohn-Bendit lo ha expresado en términos melancólicos: ‘hoy en día la idea misma de revolución ha desertado de la imaginación de nuestros contemporáneos. Hemos tenido que someternos al formalismo democrático’. ¿Pero de qué idea de democracia hablamos? Se trata de la que tiene la ambición de mejorar las relaciones entre los hombres, entre las mujeres, entre los hombres y las mujeres, entre los hombres y los niños, entre las mujeres y los niños, la que quiere iluminar nuestra vida cotidiana. A pesar de que terminó convertida en una imagen más que un programa, la revuelta del sesenta y ocho tuvo éxito en apelar a nuevos derechos dentro de la democracia, incluido el derecho a cuestionar abiertamente la autoridad, provenga de donde provenga. Como afirma Boudon, hoy nadie se atrevería a representar el movimiento de 1968 en una forma puramente crítica: todos los partidos políticos han tenido que adoptar, con diversos grados en sus programas, algunos aspectos de la agenda del 68. La fuerte idea de llevar la imaginación al poder, de develar la falta de imaginación de toda forma de poder; de expandir del campo de lo posible en la política como parte de una posición realista, es un legado que va más allá de los clichés, tan de moda a la hora de analizar el 68. Pedirle a la sociedad más de lo que esta está dispuesta a dar, pedirle que se justifique en bases más concretas que una referencia a una justicia o una sustancia abstracta, universal, trascendente e inmutables es el legado que el mundo actual cobra mayor relevancia. Con un régimen fuerte que pretender gobernar ad infinitum; con una población estudiantil cuyo malestar es cada vez más evidente; con una guerra internacional, infame e injusta que aglutina las solidaridades en todo el mundo, los ecos de mayo del 68 se escuchan como una valiosa lección para los tiempos que vienen. |
Valores y principios para un futuro sostenible. Estamos en un momento crítico de la historia de la Tierra, en el cual la humanidad debe elegir su futuro. A medida que el mundo se vuelve cada vez más interdependiente y frágil, el futuro depara, a la vez, grandes riesgos y grandes promesas. Para seguir adelante, debemos reconocer que, en medio de la magnífica diversidad de culturas y formas de vida, somos una sola familia humana y una sola comunidad terrestre con un destino común. Debemos unirnos para crear una sociedad global sostenible fundada en el respeto hacia la naturaleza, los derechos humanos universales, la justicia económica y una cultura de paz. En torno a este fin, es imperativo que nosotros, los pueblos de la Tierra, declaremos nuestra responsabilidad unos hacia otros, hacia la gran comunidad de la vida y hacia las generaciones futuras. La Tierra es nuestro hogar. La humanidad es parte de un vasto universo evolutivo. La Tierra, nuestro hogar, está viva con una comunidad singular de vida. Las fuerzas de la naturaleza promueven a que la existencia sea una aventura exigente e incierta, pero la Tierra ha brindado las condiciones esenciales para la evolución de la vida. La capacidad de recuperación de la comunidad de vida y el bienestar de la humanidad dependen de la preservación de una biosfera saludable, con todos sus sistemas ecológicos, una rica variedad de plantas y animales, tierras fértiles, aguas puras y aire limpio. El medio ambiente global, con sus recursos finitos, es una preocupación común para todos los pueblos. La protección de la vitalidad, la diversidad y la belleza de la Tierra es un deber sagrado. La situación global. Los patrones dominantes de producción y consumo están causando devastación ambiental, agotamiento de recursos y una extinción masiva de especies. Las comunidades están siendo destruidas. Los beneficios del desarrollo no se comparten equitativamente y la brecha entre ricos y pobres se está ensanchando. La injusticia, la pobreza, la ignorancia y los conflictos violentos se manifiestan por doquier y son la causa de grandes sufrimientos. Un aumento sin precedentes de la población humana ha sobrecargado los sistemas ecológicos y sociales. Los fundamentos de la seguridad global están siendo amenazados. Estas tendencias son peligrosas, pero no inevitables. Los retos venideros. La elección es nuestra: formar una sociedad global para cuidar la Tierra y cuidarnos unos a otros o arriesgarnos a la destrucción de nosotros mismos y de la diversidad de la vida. Se necesitan cambios fundamentales en nuestros valores, instituciones y formas de vida. Debemos darnos cuenta de que, una vez satisfechas las necesidades básicas, el desarrollo humano se refiere primordialmente a ser más, no a tener más. Poseemos el conocimiento y la tecnología necesarios para proveer a todos y para reducir nuestros impactos sobre el medio ambiente. El surgimiento de una sociedad civil global, está creando nuevas oportunidades para construir un mundo democrático y humanitario. Nuestros retos ambientales, económicos, políticos, sociales y espirituales, están interrelacionados y juntos podemos proponer y concretar soluciones comprensivas. Responsabilidad Universal. Para llevar a cabo estas aspiraciones, debemos tomar la decisión de vivir de acuerdo con un sentido de responsabilidad universal, identificándonos con toda la comunidad terrestre, al igual que con nuestras comunidades locales. Somos ciudadanos de diferentes naciones y de un solo mundo al mismo tiempo, en donde los ámbitos local y global, se encuentran estrechamente vinculados. Todos compartimos una responsabilidad hacia el bienestar presente y futuro de la familia humana y del mundo viviente en su amplitud. El espíritu de solidaridad humana y de afinidad con toda la vida se fortalece cuando vivimos con reverencia ante el misterio del ser, con gratitud por el regalo de la vida y con humildad con respecto al lugar que ocupa el ser humano en la naturaleza. Necesitamos urgentemente una visión compartida sobre los valores básicos que brinden un fundamento ético para la comunidad mundial emergente. Por lo tanto, juntos y con una gran esperanza, afirmamos los siguientes principios interdependientes, para una forma de vida sostenible, como un fundamento común mediante el cual se deberá guiar y valorar la conducta de las personas, organizaciones, empresas, gobiernos e instituciones transnacionales. Carta de la Tierra; preámbulo. |
En definitiva, ¿dónde empiezan los derechos humanos universales? En pequeños lugares, cerca de casa; en lugares tan próximos y tan pequeños que no aparecen en ningún mapa. [...] Si esos derechos no significan nada en estos lugares, tampoco significan nada en ninguna otra parte. Sin una acción ciudadana coordinada para defenderlos en nuestro entorno, nuestra voluntad de progreso en el resto del mundo será en vano. Eleanor Roosevelt, ONU 1949.
El Día de los Derechos Humanos se celebra cada 10 de diciembre, coincidiendo con la fecha en que la Asamblea General adoptó la Declaración Universal de Derechos Humanos, en 1948. Para celebrar el que será el 70 aniversario el próximo año, lanzamos hoy una campaña con la que queremos destacar la trascendencia de este documento histórico, que proclamó los derechos inalienables inherentes a todos los seres humanos, sin importar su raza, color, religión, sexo, idioma, opiniones políticas o de otra índole, origen nacional o social, propiedades, lugar de nacimiento ni ninguna otra condición. La Declaración, cuyo borrador redactaron representantes de distintos contextos jurídicos y culturales de todo el mundo, expone valores universales y un ideal común para todos los pueblos y naciones. Además, establece que todas las personas tienen la misma dignidad y el mismo valor. Gracias a este documento —que con sus versiones en 500 idiomas se ha convertido en el más traducido del mundo— y el compromiso de los Estados con sus principios, la dignidad de millones de personas se ha visto fortalecida, y se han sentado las bases de un mundo más justo. Aunque aún quede camino por recorrer para que las promesas que encierra se cumplan plenamente, el hecho de que haya perdurado en el tiempo es prueba inequívoca de la universalidad imperecedera de sus valores eternos sobre la equidad, la justicia y la dignidad humana. La Declaración nos fortalece a todos y los principios que recoge son tan relevantes en la actualidad como lo fueron en 1948. Debemos luchar por nuestros propios derechos y por los del prójimo. Podemos pasar a la acción en nuestras vidas diarias para defender aquellos derechos que nos protegen y así fomentar la unión de todos los seres humanos. La Declaración Universal de los Derechos Humanos nos fortalece a todos. Los derechos humanos nos conciernen a todos nosotros cada día. La condición humana que compartimos tiene sus raíces en estos valores universales. La equidad, la justicia y la libertad evitan la violencia y velan por la paz. Cada vez que abandonamos los derechos humanos, corremos un gran riesgo. Debemos luchar por nuestros derechos y por los del prójimo. |
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